viernes, 23 de abril de 2010

Iluminación


Sentado observa la perfección que logró el levado. El aroma inunda la cocina y se extiende hasta el resto del local. El perro, desde la puerta mueve la cola esperando aunque sea un pedacito, y sonrie. Apaga finalmente el horno que ya logró calentar este invierno.
Por un rato el mundo no existe, todo se detiene o sigue, pero a él no le importa. Sirve el vino en la copa de cristal, y el sonido le llega hasta la corronilla extiendiéndose un mínimo instante. Todavía caliente, elije uno de los panes y lo parte en dos.
La felicidad se hace inmensa, y piensa en lo que vale su trabajo. Hoy, él como los clientes disfrutarán del pan que con sus manos cocinó. Hay algo que no cambia con el paso del tiempo… y es la necesidad de comer, de alimentarse para seguir viviendo. Él lo sabe y su llegada a este mundo de repente se encuentra justificada con este producto.
Toda la vida buscando y pensando, sientiéndose poca cosa, matándose por lograr unos pesos más…Todo eso quedó ahora atrás.
Junta sus cosas y cierra la cortina metálica. Luego de convidar al perrito, salen los dos caminando por San Telmo. Al llegar a su casa vacía, extraña a su mujer y acaricia su retrato. Mira a su compañero canino...Ya puede irse tranquilo.

lunes, 19 de abril de 2010

El recuerdo de la brisa


Un fresquito típico de las siete de la tarde corre y mueve las copas de los árboles. Mirando al horizonte, esas nubes de colores, las sierras a lo lejos, entro en estado meditativo. Luego, cámara en mano empiezo a buscar la imágen. Contrario al instante previo, busco el detalle en la estaca que sostiene el alambrado. El contraste con el fondo y el límite que impone me maravillan.
Hoy lo que recuerdo es aquel paisaje, el fondo, nitido en mi cabeza, que aparece difuminado en la foto.
Es bien sabido que uno recuerda ciertas cosas y otras decide dejarlas en algún recondito espacio dentro (o fuera) de la cabeza. Mis pensamientos se remontan en un 90% a cosas felices..lo malo queda atrás y el único alambrado que me ayuda es la mente.

miércoles, 7 de abril de 2010

Transformación



Es un domingo soleado y me desperté inquieto. Me picaba todo el cuerpo.
Necesité salir de mi casa, así que agarré mi libro (últimamente la literatura fantástica me tiene fascinado) y salí.
Fui al bar de siempre porque ahi sirven ese café con leche enorme y además, ya me conocen. Que me saluden por mi nombre, en mi barrio, me despierta una felicidad que no se a qué atribuir...los grupos de pertenencia, la identificación con ciertas cosas...en fin..
Me siento en mi mesa preferida. Ésa al lado de la ventana por la que entra el sol calentito y tímido del otoño.
Inmerso en otro mundo, donde los hombres y mujeres tienen formas de insectos, pienso en lo simbólico del texto. Habla de guerras donde se comen unos a otros y donde el más grande a veces pierde por tonto...las mínimas hormigas trabajan juntas para devorar al cienpies.
La búsqueda de trabajo me provoca una migraña insoportable y meterme en este mundo me alivia. Además nunca fui muy sociable y siento que mis amigos tienen esa mirada juiciosa todo el tiempo. Lo se porque puedo sentir esa presión.. ese cuchillo filoso que traspasa mi carne cada vez que los veo.
Los clasificados al costado me esperan, pero no quiero..
De repente una mariposa marrón (o polilla, ya que no merece tan precioso nombre) entra y se queda inmóvil en el diario..lenta empieza a comer la hoja. Con una velocidad voraz termina con cinco centímetros de papel. El espectáculo me maravilla y sin querer muevo la silla donde estoy sentado, asustando a la polilla que huye por la misma ventana.
Al mirar el periódico veo que asoma la hoja de debajo del agujero, con un cartelito: "Necesito empleado para librería. Acercarse a "La Metamorfosis" San Juan 237. Traer libro favorito bajo el brazo: excluyente."