martes, 11 de enero de 2011


Se levantó, casi chocándose con la puerta del baño; entró. Se lavó la cara y pudo ver el paso del tiempo en esas grietas profundas. Agarró una de sus cremas y masajeó su rostro suavemente, resignada.
La puerta se abrió lentamente, sólo se veía una cabellera negra, por debajo..Una sonrisa inmensa, incontenible, ante su nietita que tiraba del camison pidiendo upa.