miércoles, 31 de marzo de 2010

Respirar...


Sentarse, respirar hondo...Mirar el paisaje, tocar la tierra.
Meditar..parar tanto ajetreo diario..y sonreir.

Esta foto no la saqué yo.

viernes, 26 de marzo de 2010

Parálisis



Ya me alcanzó la noche y todavía no tengo la respuesta. Quiero dormir, pero no puedo. Quiero que el tiempo pase rápidamente o se quede estancado, lo mismo da.
No quiero el presente, este estado me está matando por dentro..Siento un bicho que de a poco se come mis entrañas, mis pulmones, y luego los escupe adentro para provocarme más daño aún.
Voy hacia la lámpara y la enciendo con la intención de seguir leyendo mi libro. El párrafo una y otra vez, y por alguna razón no puedo salir de eso. Cierro el libro y me quedo estúpida mirando esa lámpara, no pienso en nada. Queriendo tocarla me quemo pero el dedo sigue inmovil apoyado en el hierro ardiente…como si disfrutara de ese momento...
Y otra vez pienso en esa respuesta que no llega. Siempre me molestó ese estado interrogativo prolongado. Se me hace mediocre.
Apago la luz y me quedo dormida..

lunes, 22 de marzo de 2010

L´horloge arrêtée


El tiempo se detuvo y la gente alrededor, inmóvil. Yo sentía que mis movimientos estaban congelados y sólo podía mover mis ojos para desviar la mirada. Haciendo un esfuerzo enorme, logro mover una pierna y luego la otra. Como pegando un salto me salí de la posición en la que estaba.
Aproveché mi libertad y estando en la calle, de día, empecé a caminar sin rumbo definido. Pasé por la puerta de un bar típico porteño que tenía un reloj, que por supuesto no se movía.
Matando mi cabeza a posibilidades, desconcertada, me di cuenta que sólo podía pensar en francés. Seguí caminando y me dirigí a la Plaza de Mayo. Luego el Cabildo y la calle Florida. Mucha gente suspendida en el tiempo y trabada en el espacio.
De repente me sentí muy sola, rodeada de gente muerta en vida y yo sola moviéndome, odié mi egocentrismo…
Cuando era chica esta situación aparecía en mi cabeza y el destino obligado era una jugueteria. Agarrar todos esos juguetes que no tenía y usarlos hasta el cansancio. Ahora finalmente estaba en ese sueño, y la desesperación se hizo cada vez más aterradora..El sudor corría por mi cuerpo y huir se me hizo imposible.
El cielo de repente empezo a moverse, las nubes volaban en sentido sudoeste y pronto estaba todo nublado. Qué hago si llueve? Cómo hago para proteger a toda esta gente que quedo a la intemperie? Las lágrimas empezaron a brotar como una canilla abierta y mis manos calientes, temblaban.
Agarré mi cabeza con fuerza y grité lo más fuerte que daban mis cuerdas vocales. Y así, como en un segundo (el tiempo siempre fue un concepto abstracto) desperté, sentada en la cama.
Desesperada miré al costado y ahí estabas. Mi corazón se desaceleró y sonreí contenta de saber que aunque el mundo se detenga, estas ahí, al lado, sereno, abrazándome.

Gracias morocho por existir.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Limpiezas


Acá estoy, sentanda e intentado sacar la mugre que está tan pegada, que parece parte de mi esencia. Intento rasparla, enjabonarla, enjuagarla..y sigue ahí adherida, asimilada. Quizás tenga que aprender a convivir con ella en vez de tratar de limpiarla. Quizás hay cosas que no puedo cambiar. Quizás nací con ella y no como imagino, la fui adquiriendo con los años.
Y de nuevo raspo, raspo...nada. Sigue ahí y me recuerda mi mediocridad, mis límites.
Disfrazada a veces de buenas intenciones subyace acechándome.
Me asusta, me domina...y raspo y raspo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Amo los mercados



Los mercados tienen eso de la abundancia, de los colores y aromas.
En algún punto hay cosas que a pesar del tiempo, permanecen intactas: las transacciones en los mercados, la compra de alimentos….y su exibición.
El mundo sigue girando (pasan cosas), catástrofes naturales, la Tierra se queja y llora. La manipulamos, la usamos, y tiramos los restos en su superficie… Producimos, fabricamos y expulsamos gases negros y repugnantes al cielo. Talamos árboles y la lista sigue, interminable.
La tecnología nos exige renovarnos cada dos años o menos, con aparatitos que quedan “viejos”. Las computadoras hacen más cosas y nos atrapan frente a ella cada vez más tiempo.. Nos volvemos estúpidos, menos sociales y obvio más individuales.
Mientras tanto los mercados siguen ahí, en el barrio, en los pueblos, intactos, con sus productos y sus vendedores atemporales. Amo los mercados.