viernes, 5 de febrero de 2010

Omnipresente


Desde arriba, con su dedo índice bien erguido, los evangelios bajo el brazo. Esto sí, esto no, porque es pecado. Pecado? Sí, con dos padre nuestros ya estás.
Escalofrios me corren cada vez que recorro alguna iglesia…arquitectura imponente, de represiones y santos no tan santos.
Y recuerdo a mi madre casi prohibiéndome tomar la comunión a esa edad…cuando era tan chiquita que no entendía para que sirven las religiones (algunas cosas si son permamentes, o quizás es que no entiendo nada).
“Algún dia, cuando seas grande, habiendo leido mucho, quizás elijas esta religión, pero sos muy chica”. Ella tan sabia, tan mamá. Es una de las cosas por las que le agradezco día a día.
Hoy habiendo leído mucho, me simpatiza el budismo, pero no me considero budista. Los rótulos suelen molestarme, imponen límites de pensamiento y de acción.
Los años pasan, la vida da vueltas, me samarrea, me lleva, me trae y mi Dios sigue siendo el Sol.

lunes, 1 de febrero de 2010

Manejando el destino


Fascinada con este espectáculo en el medio del caos de la calle Florida, saco fotos como loca para poder trasladar ese momento a algo eterno. A algo palpable que después me recuerde ese instante.
La gente pasa, camina, corre apurada y algunos (en general niños) quedan como estupefactos ante ese muñequito que se mueve y baila según su creador asi lo decida.
Eterna pregunta sobre el destino o el libre albedrío…Porque ese muñequito suele ser nuestros brazos, nuestro corazón y nuestra mente.
Miro fijo y pienso en la belleza de ese acto. No puedo evitar abrir los ojos y la boca y sonreir ante sus movimientos payasescos.
A veces me vendría bien un titiretero que me guíe en ciertas decisiones, y despues me acuerdo que soy grande y tengo que hacerlo sola..
Las deciciones sobre cualquier hecho irrelevante pueden provocarme mucho desconcierto y otras veces casi ni pienso en los pros y contras. Quisiera poder dejarme sentir siempre y seguir esas pulsiones..pero quizas soy muy “grande” para eso y es ahí cuando se me hace inevitable añorar mi infancia o esos momentos en los que me abandono completamente a mi propia voluntad..